…En verdad era un libro extraño. Lo limpió y pasó sus manos por el lomo. Estaba encuadernado en piel color marfil y su tacto era tibio y suave. En la tapa superior tenía cuatro triángulos de metal dorados, uno en cada esquina, que no se habían oscurecido ni estropeado con el tiempo. Una vez que le hubo quitado el polvo, Ana tuvo la sensación de que aquel libro era nuevo, como si no hubieran pasado los años por él. Otra de las cosas que le llamó la atención fue su pequeño tamaño; en un principio pensó que tal vez fuera un breviario o un libro de oraciones.
No sabía por qué pero estaba muy nerviosa, el descubrimiento de aquel libro la había intrigado. No tenía título ni ningún distintivo externo. No sabía qué era ni de qué trataba pero, de alguna manera que ignoraba, se sintió unida a él. Despacio y con mucho cuidado, lentamente, abrió la tapa, que cedió entre sus manos con una facilidad asombrosa…
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No sabía por qué pero estaba muy nerviosa, el descubrimiento de aquel libro la había intrigado. No tenía título ni ningún distintivo externo. No sabía qué era ni de qué trataba pero, de alguna manera que ignoraba, se sintió unida a él. Despacio y con mucho cuidado, lentamente, abrió la tapa, que cedió entre sus manos con una facilidad asombrosa…
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